miércoles, 14 de octubre de 2015

La injusticia del Cercanías

| ACTUALIZADO 14.10.2015 EL DIA



EN apenas una semana, Córdoba se ha encontrado con dos noticias
importantes para su futuro. Por un lado, la consignación de siete
millones de euros por parte de la Comisión Europea, dentro de los
fondos Feder 2014-2020, para la puesta en marcha del Cercanías entre
Villa del Río, Córdoba y Palma del Río. Por otro, con la reclamación
por parte de la Confederación de Empresarios (CECO) de la puesta en
marcha de otro tren que una la capital con Montilla y Puente Genil a
través de Aguilar de la Frontera. Estas dos peticiones responden a una
injusticia histórica que padece Córdoba en lo que a su vertebración
ferroviaria se refiere. La tercera capital de Andalucía, con una área
metropolitana que supera el medio millón de habitantes, no puede tener
las infraestructuras férreas que padece en la actualidad. Sin olvidar
que el Norte parece que no existe para las administraciones en materia
de comunicaciones, se hace necesario exigir la puesta en marcha de
estas dos líneas de Cercanías. Como hemos dicho, casi medio millón de
personas pueden verse favorecidas por unos trenes que conecten las
diferentes localidades de la Vega del Guadalquivir y la Campiña Sur
con la capital. Esta conexión sin duda devendrá en la generación de un
flujo económico relevante y supondrá una mejora en múltiples
circunstancias de la calidad de vida de los cordobeses. De una parte,
fomentar el transporte por ferrocarril, además de mejorar sin duda las
cifras relativas a la seguridad vial, puede dar como consecuencia un
flujo que favorezca el crecimiento de la provincia como destino
turístico y de negocios gracias a la posibilidad de establecer
sinergias con la Alta Velocidad. De otra, este tipo de infraestructura
contribuirá a disminuir las emisiones contaminantes y hará realidad
ese mantra que los políticos sacan siempre en campaña y que habla de
hacer una Córdoba más sostenible y habitable. Córdoba padece una
injusticia histórica con respecto a otras capitales andaluzas como
pueden ser Sevilla, Málaga o Cádiz, cuya zona metropolitana cuenta con
un sistema de Cercanías de gran valor y reconocido éxito. Que las
consideraciones numéricas de hace décadas aconsejaran frenar estos
proyectos no significa que los mismos no deban analizarse hoy desde
otra perspectiva. El ritmo de vida ha cambiado y las necesidades de
los ciudadanos son otras. Es hora de exigir celeridad y diligencia al
Gobierno central, a la Junta de Andalucía, a la Diputación Provincial
y al Ayuntamiento de Córdoba. No puede ser que los consistorios de la
provincia y los empresarios sigan clamando solos en el desierto de la
incomprensión. Córdoba merece un transporte público propio del siglo
XXI.