ROBO EN EL MUSEO DEL PRADO.
Rafael Coba , principal implicado en el robo del Tesoro del Delfín era natural de Villa del Río.
Francisco J. Luna Mantas. Licenciado en Historia
(NOTA BENE:: no existe ningún descendiente directo de Rafael Coba en Villa del Río, sus hermanos también emigraron a otras localidades)
Durante el confinamiento más duro en 2020 comencé a buscar información en las actas de sesión de plenos de nuestro ayuntamiento de aquella gripe que en 1918/1919 asoló nuestro pueblo y el mundo , sentí la necesidad de buscar similitudes entre aquella y esta época .
Las noticias en prensa nacional y provincial también fueron objeto en mi exploración y por casualidades del destino en una de esas indagaciones en bibliotecas virtuales y una vez que inserté en la casilla de búsqueda las palabras "Villa del Río 1918" me topé de bruces con un artículo del Diario "EL FIGARO"con fecha 14 de Octubre de 1918 donde se narraba la detención de Rafael Coba natural de Villa del Río , cerebro del robo del Tesoro del Delfín en el museo de Prado , un conjunto de vasos preciosos que, procedentes de la riquísima colección de Luis, gran delfín de Francia, vinieron a España como herencia de su hijo Felipe, primer rey de la rama borbónica española, que reinó bajo el nombre de Felipe V
Para cualquier estudioso de la historia y enamorado del arte encontrarte con esta noticia y encima asociada a un vecino de tu pueblo esto supone todo un filón.
Seguí indagando, la noticia aparecía en numerosos diarios de la época , incluso diarios en 2018 recordaban el primer centenario del reconocido como el mayor robo en el Museo del Prado, es más en el pasado mes de mayo de 2021 en televisión española , La 2, se emitió un programa con el título Guardianes del Patrimonio – Operación Delfín.
Efectivamente dicho robo está catalogado como el mayor hurto en la historia del Museo del Prado, las piezas sustraídas alcanzarían en la actualidad un valor de 20 millones de euros.
Pero llegó la primera desilusión, en varios artículos publicados en los últimos tiempos se cambiaba el lugar de nacimiento , Rafael Coba se hace castreño , deja de ser villarrense y su nacimiento se ubicaba en Castro del Río, ¡mi gozo en un pozo ¡, uno de los más grandes ladrones españoles ya no era de Villa Del Río! ya que por sus obras les conoceréis, ¡por las obras buenas o por las malas!
A este pequeño idilio que mantenía con Rafael quise darle la última oportunidad , una vez más "los por mi venerados" libros de índices Parroquiales de Francisco Pinilla darían la solución , en el momento de la detención Rafael tenía 28 años ,es decir el tramite era fácil , abrir el libro de bautismos de índices parroquiales en el año 1890 y…!línea ¡ en el libro de bautismos en 1890 , Rafael , hijo de Juan Coba Y María García .
¿Existen las casualidades? , de nacimiento soy pesimista , las crónicas de prensa actuales y pasadas sólo nos daban un apellido , las noticias de su nacimiento se mezclaban, unos decían que de Castro del Río , otros decían de Villa del Río y en el fondo nadie buscaba sus raíces pasadas.
Para más inri EL DOCUMENTAL DE LA 2 citado anteriormente nos indicaba que su familia era de Sevilla.
Pero como decía Jardiel Poncela , "en la caja del libro del destino estaba escrito con letras redondillas que Rafael y yo nos encontraríamos al final frente a frente" , EXISTÍA , LUCY EXISTÍA, el eslabón perdido que me llevaría a Rafael Coba existía .Encontré ese párrafo , el artículo que como el Carbono 14 lo databa todo. En una Crónica del diario "La Correspondencia de España"con fecha 17 de octubre de 1918 se publica una carta de súplica del padre del presunto Arsenio Lupin el cual fue perseguido por el prestigioso detective Ramón Fernandez Luna , conocido como el Sherlock Holmes español.
Así sucedieron los hechos ,lo primero que hago es buscar el nombre del padre en la carta, su nombre es Juan Coba , voy rápidamente por los índices de Francisco Pinilla ya que no recordaba los nombres del padre y la madre , y…SEGUNDA LÍNEA ¡, el padre se llama Juan Coba y la madre María García, continuo leyendo la carta y…..tercera línea! , el nombre completo de Rafael es Rafael Coba García , ¡el nombre coincide completamente! Continuo leyendo y …cuarta, quinta línea y las que hagan falta … y BINGO ¡ el padre de Rafael pide ayuda a Emilio de León y Primo de Rivera , familia ligada a nuestro pueblo "POR LOS CUATRO COSTADOS Y ALCALDE DE VILLADEL RÍO EN 1920," le pide ayuda ya que Emilio de León tiene importantes contactos en Madrid , los cuales podrían velar por la integridad física de su hijo.
Y a esto sumamos la amabilidad de Don Manuel Tirado , dejándome ver la partida de bautismo completa hacen que el otorgar otro lugar de nacimiemto que no sea el villarrense a Rafael sea cosa imposible. Rafael nació el 10 de diciembre de 1890 y fue bautizado unos días después , el 17 de diciembre . También encontré la partida de su hermano Francisco Coba , muy importante en la detención de Rafael. La familia paterna de Rafael era natural de Marmolejo, su padre Juan Coba Coba de profesión albardonero y su familia materna era natural de Montoro, su madre María García Villarejo , ambos se casaron en 1870 en Montoro. Los padres de Rafael se establecieron en Villa del Río entre a 1875/1880.
Son amplísimas las fuentes sobre el robo del Tesoro del Delfín y Rafael Coba García , he de indicar que por lo que a mí respecta y por ahora no daré más datos , las dosis de Historia deben tomarse a sorbos pequeños ,aunque este tema en otro momento y por mi parte CONTINUARÁ… según fuentes consultadas y después de analizar expedientes , noticias , artículos y programas documentales de televisión puedo afirmar, muchos otros investigadores del tema llegan a la misma conclusión( entre ellos el Historiador Antonio Martínez Castro), que aquí " HAY GATO ENCERRADO" , tras los inculpados y la sentencia final se esconden Altas Esferas, no obstante me reitero …Continuará…
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"La Correspondencia de España"con fecha 17 de octubre de 1918
"EL FIGARO"con fecha 14 de Octubre de 1918
Copio literalmente el Blog de Carlos Pérez(no tod@s tienen acceso a internet ) el cual os aportará una buena información.
El robo del Tesoro del Delfín en el Museo del Prado
Blog de Carlos Pérez Vaquero .Escritor y Jurista
Entre los incalculables fondos del Museo del Prado figuraba el popularmente denominado «Tesoro del Delfín», o, según los viejos inventarios, «Alhajas del Delfín» (…) un conjunto de vasos preciosos que, procedentes de la riquísima colección de Luis, gran delfín de Francia, vinieron a España como herencia de su hijo Felipe, primer rey de la rama borbónica española, que reinó bajo el nombre de Felipe V (…). La posesión de este tipo de bienes no se debía únicamente al amor por la belleza o al placer del coleccionismo, sino que, dado su precio y su rareza, solo príncipes y magnates podían adquirirlos, por lo que se convirtieron en símbolos de poder y magnificencia, así como expresión de cualidades morales y simbólicas, además de poseer supuestas propiedades mágicas y profilácticas, idea recogida desde la Antigüedad y plasmada en los lapidarios medievales, pues están realizados total o parcialmente con piedras naturales, labrados en la masa del mineral y ornados con guarniciones de metales preciosos, a veces enriquecidas con esmaltes y piedras preciosas. Según atestigua la documentación francesa, Luis XIV [padre del gran delfín de Francia y, por lo tanto, abuelo del rey Felipe V de España] dispuso que se enviara a su nieto una selección bien sopesada de las mejores piezas existentes en la colección del delfín, colección que, en algunos aspectos, sobrepasaba la propia del rey. De ahí la importancia del conjunto madrileño, pese a su escaso número (ciento sesenta y nueve piezas de un total de seiscientas noventa y ocho contabilizadas en 1689).
(…) En 1776, Carlos III, considerando la rareza de sus materiales y el interés científico –no artístico– que pudieran tener, ordena entregar las alhajas al Real Gabinete de Historia Natural, para el que Juan de Villanueva había construido el edificio que alberga actualmente el Museo del Prado (…). El saqueo perpetrado por las tropas francesas en su retirada de 1813 incluye el Real Gabinete, del que se extraen las alhajas, empacadas sin sus estuches. Pese a los intentos del Empecinado por cortarles el paso, llegan vía Orleans hasta París, de donde son devueltas en 1815, con la pérdida de doce vasos y numerosos deterioros y faltas. De nuevo instaladas en el Real Gabinete, las alhajas son cedidas por Isabel II al Real Museo de Pinturas, denominado posteriormente Museo Nacional del Prado, considerando que su valor artístico prima sobre su rareza mineralógica, lo que se realiza en 1839 en medio de una gran polémica. Expuestas desde entonces, se descubre un grave expolio en 1918, a causa de los hurtos continuados de un empleado del Museo. Esto conlleva la desaparición de once piezas y el deterioro de treinta y cinco .
Aquel robo del Tesoro del Delfín pasó a la historia procesal española porque fue el primer caso famoso resuelto en España gracias al estudio de las huellas dactilares y al uso de fotografías por iniciativa del jefe de la brigada de investigación, el comisario Ramón Fernández Luna, fallecido el 3 de marzo de 1929 y considerado, por la prensa de su época, como el Sherlock Holmes español. Eran los primeros tiempos de la inspección ocular técnico-policial.
El 20 de septiembre de 1918, el director del Museo del Prado, el pintor José Villegas Cordero, denunció el robo que se descubrió porque, al realizar el inventario de las alhajas, comprobaron que dieciocho piezas del tesoro faltaban o habían sido gravemente dañadas (luego se supo que el denunciante fue, en realidad, el oficial de secretaría). Luna llegó al Museo (...) cerró las puertas, detuvo a cuantos visitantes halló, y tomó las huellas dactilares que ofrecía la vitrina. Las dos primeras precauciones eran inútiles, porque el robo no acababa de consumarse, ni mucho menos. antes bien, hacia dos meses que uno de los celadores, Anselmo Arribas, había informado de su creencia de que faltaban objetos del vitrina al conserje, José García, ´mas éste se había limitado a encogerse de hombros (...) El robo era obra de mucho tiempo y llevada a cabo por alguien perteneciente al Museo [6]. Durante las siguientes semanas se sucedieron las continuas críticas en la prensa, acusando a los directivos de la pinacoteca de negligentes mientras su Patronato dimitía tratando de depurar responsabilidades.
En menos de un mes, las pesquisas policiales descubrieron que uno de los objetos robados había sido empeñado en el Monte de Piedad, tres meses antes, por 150 pesetas; y el 12 de octubre de ese mismo año se detuvo en la mina La Culebrina (Jaén) a Rafael Coba, el principal sospechoso; se trataba de un antiguo funcionario del Museo de Pinturas –que trabajó en él desde principios de 1917 hasta abril de 1918–, recién casado con Isidra Asunción Rodríguez, fichado por la policía y a punto de ser despedido por su mala conducta (…), poco trabajador y muy aficionado al juego por lo que, como sucede a todos los que juegan –según el testimonio de Alejandro Varela, otro empleado del Prado que también fue acusado de participar en el robo– unas veces disponía de dinero y otras necesitaba pedirnos a los demás para pagar la casa.
El día 22 de octubre, se practica la diligencia de cómo entraba al museo Rafael Coba. El diario La Correspondencia de España de 23/10/1918 publicaba lo siguiente:
El artículo seguía describiendo los pormenores de la diligencia practicada:
[...] Poco después de las diez llegó Coba en un coche de punto, acompañado del comisario jefe de la primera brigada Sr. Fernández Luna, un inspector y dos agentes.
El procesado se presentó risueño y satisfecho, como si, en vez de ser autor de un delito criminal, fuera el héroe de una acción noble.
En el patio de máquinas de la calefacción donde esperaban ya el juez y demás personas mencionadas, se permitió la entrada también a los periodistas y fotógrafos encargados de la información. [...]
[...]Momentos después de la llegada de Coba, empezó la diligencia de reconstitución del robo, llevándose a cabo en la forma que había descrito que la realizó el autor.
Se le ciñó al cuerpo un cinturón como los que llevan los bomberos, y desde la puerta de la verja, que como queda dicho, quedaba abierta por la noche, Coba, con gran aplomo y desembarazo penetró en las obras, cogió una escalera de mano, la adosó a la pared del patio de máquinas, y empalmándola con la de hierro fijada a la pared, trepó ágilmente hasta la puertecita de la claraboya, que abría con una ganzúa.
En seguida penetró en las salas, que, como por la noche, quedan abiertas para su ventilación, recorrió las que conducen a las vitrinas del tesoro del Delfín, y maniobró como lo hizo cuando cometió el robo.
Para abrir las vitrinas se valió de unas llaves de aluminio que se había fabricado él.[...]
[...]Antes de irse volvió a afirmar que no había tenido cómplices de ninguna clase, y que el robo sólo le ha producido poco más de 3000 pesetas, pues los plateros donde vendía el oro se aprovechaban y le pagaban mal los trozos del mismo.[...]
Del 15 al 20 de noviembre de 1920 se celebró el juicio que finalizó, después de seis sesiones, con la lectura del veredicto por parte del jurado; fue tan polémico y benévolo que proporcionó al diario ABC un titular a doble columna para la página 15 del periódico del día 21: EL ROBO EN EL MUSEO DEL PRADO. TODOS LOS PROCESADOS EN LIBERTAD.
El jurado declaró la inculpabilidad de todos los procesados [la propia Isidra, otros tres celadores del museo (Darío Fernández, Félix Velloso y el mencionado Alejandro Varela) y un platero perista (Isidro Agruña)] excepto de Rafael Coba, que fue condenado a seis meses y un día de arresto como encubridor, pero como ya llevaba dos años en prisión preventiva, fué puesto en libertad. En su versión de los hechos, la defensa del vigilante sólo admitió haber sido un mero intermediario entre el receptador y el verdadero ladrón al que llamaba "Pedro Lara" que, durante varios días, fue sustrayendo las piezas de las tres vitrinas instaladas en la galería central, utilizando para ello una copia de aluminio de las llaves que abrían las cerraduras; actuando por la noche, desde el patio de la calefacción. Todos los robos y destrozos no le proporcionaron [a Coba] más allá de tres mil pesetas [6].
El hecho de que nunca se terminara de recuperar toda la colección, unido a la inaudita sentencia absolutoria, a pesar de la notable labor de investigación que desarrolló la policía, provocó un aluvión de críticas por parte de diversos sectores de la sociedad –no solo políticos o periodísticos sino también en el círculo de intelectuales (de la talla de Valle-Inclán, Jacinto Benavente, Azorín o Pío Baroja) –y, finalmente, el subdirector [José Garnelo] y el director del Museo del Prado [Villegas] tuvieron que presentar sus dimisiones al ponerse en evidencia las escasas medidas de seguridad del edificio.
Aquel juicio -como criticó, indignado, el historiador soriano Gaya Nuño- fue una comedia bufa e indignante, perfectamente demostrativa de que, para los Tribunales de justicia, no constituía delito menoscabar, de modo tan bárbaro cual se relató, el Tesoro Artístico Español (...) Semejante desafuero jurídico, del que ni siquiera se le ocurrió al abogado del Estado recurrir [la sentencia] al Supremo, invitaba a que cada ciudadano entrase al Museo, robara y mutilara, o vendiera a peristas cuanto se le antojase .
A la izquierda Ascensión Rodríguez, novia de Rafael Coba, el principal sospechoso del robo.
(En el desarrollo del suceso a la mujer se la llamara indistintamente, Ascensión o Asunción)
Fuente: Mundo Gráfico, 02/10/1918. BNE
-¿Tú, cómo crees que terminará ésto? - ¡Como todo! Al fin, Coba |
Fuente: El Imparcial, 19/11/1920. BNE
El presunto autor del robo del Museo, Rafael Coba , en el centro ,en la dirección general de Seguridad, con los Agentes de policía que le han detenido en la Carolina (Jaén) .