Carta de un deportista contagiado como su hermano muerto: «Pensábamos que no nos podía pasar a nosotros, jóvenes, sanos, especializados en ultramaratones»
«Dicen la cantidad de muertos como si no fueran personas las que dejan este mundo»
José Andrés Carrasco
Es una simple gripe, solo tendremos algunos casos en España, solo afecta a personas mayores y con patologías previas. Esto es lo que nos decían al principio, cuando desde China e Italia nos iban llegando noticias, a diario, con datos terribles por la cantidad de fallecidos por Covid-19. Aún así, lo que menos pensábamos era que eso nos podía pasar a nosotros, sin enfermedades crónicas, jóvenes, deportistas amateurs especializados en ultramaratones de MTB.
El 14 de marzo debíamos estar corriendo la carrera de La Cuna de la Legión en modalidad marchadores, 50 kilómetros. Pero unos días antes nos informan de que la prueba se suspende por riesgo de contagio. En ese momento es cuando empiezo a sospechar que puede que no sea solo una gripe.
El 17 de marzo, cenando, noto que la comida y la bebida no tienen gusto para mí, cosa rara pero no le doy importancia. Al día siguiente me levanto con dolor de cabeza, pero me tomo algo y a seguir trabajando. Por la noche aparecen unas décimas de fiebre, que en ningún caso me hacen pensar que pudiera ser el virus. Paso dos días más así y es cuando empiezo a sospechar. El 20 de marzo decido encerrarme en mi habitación por miedo a contagiar a mi familia.
Ese día la fiebre empieza a subir hasta los 38,5, dejándome literalmente pegado a la cama sin ganas ni fuerzas de levantarme para nada. Así paso los diez días siguientes: fiebre, sin fuerzas, con malestar general. Comes y bebes por rutina, no porque apetezca, pero realmente todo te sabe raro, parecido al amoníaco.
Recuerdas que físicamente estabas preparado para afrontar una gran prueba y ahora estás que no hay fuerzas ni para ir al baño. De la cama al baño, y viceversa. Para mí estaba claro que ya no era una simple gripe, era el Covid-19.
Al día siguiente mi hermano empieza también con unas décimas, aunque conforme pasan los días la fiebre sigue subiendo como me había pasado a mí. En su cuarto día, al intentar levantarse de la cama, nota que se ahoga y no le queda más remedio que ir al Hospital Mancha Centro, donde es tratado de maravilla por los profesionales que lo atienden.
Ante la falta de respiradores, le tienen que poner una mascarilla de "snorkel" para que pueda seguir respirando. Yo por entonces tenía 39 o 39,5 de fiebre pero nunca noto la ausencia de aire en mis pulmones. Cuando para mí empieza a remitir la fiebre, mi hermano sigue en la UCI ya con respirador.
Al tercer día sin síntomas aparentes mis paseos alrededor de la cama empiezan a ser más frecuentes. Todo un logro, aunque no paro de pensar que yo estaba preparado para haber hecho 50 kilómetros 15 días antes y que el virus me ha dejado completamente destrozado físicamente.
Mi hermano sigue debatiéndose entre la vida y la muerte, con los médicos haciendo lo imposible para que siga en este mundo. El fatídico 15 de abril fallece por culpa del Covid-19. No lo podemos creer. Pensaba en la última prueba de esfuerzo que nos hicimos, cuando a él le dijeron, "vaya capacidad pulmonar que gastas".
Yo ya llevaba 14 días sin síntomas y solo retumbaba en mi cabeza por qué lo atacó a él de esa manera, y a mí sólo con fiebre. Los dos prácticamente hacemos lo mismo, y habíamos estado muchísimo tiempo juntos.
Sobre el 20 de abril noto que tengo picor en la espalda, y para mi sorpresa la tengo llena de pequeños granitos y también se me llenan la boca y la lengua de llagas, y desde entonces, siento como ligeros mareos. Está claro que, después de todo esto, no estaré tranquilo hasta que no me hagan un chequeo médico completo. Esta pandemia no ha sido ni será una simple gripe.
Destrozado por el dolor de la gran pérdida de mi hermano, cada vez que oigo las noticias noto que dicen la cantidad de muertos como si no fueran personas las que dejan este mundo, sin pensar que cada persona fallecida deja una familia rota y unos sueños truncados. Solo espero que alguna vez nos enteremos realmente de toda la verdad sobre el Covid-19.
«Dicen la cantidad de muertos como si no fueran personas las que dejan este mundo»
José Andrés Carrasco
Es una simple gripe, solo tendremos algunos casos en España, solo afecta a personas mayores y con patologías previas. Esto es lo que nos decían al principio, cuando desde China e Italia nos iban llegando noticias, a diario, con datos terribles por la cantidad de fallecidos por Covid-19. Aún así, lo que menos pensábamos era que eso nos podía pasar a nosotros, sin enfermedades crónicas, jóvenes, deportistas amateurs especializados en ultramaratones de MTB.
El 17 de marzo, cenando, noto que la comida y la bebida no tienen gusto para mí, cosa rara pero no le doy importancia. Al día siguiente me levanto con dolor de cabeza, pero me tomo algo y a seguir trabajando. Por la noche aparecen unas décimas de fiebre, que en ningún caso me hacen pensar que pudiera ser el virus. Paso dos días más así y es cuando empiezo a sospechar. El 20 de marzo decido encerrarme en mi habitación por miedo a contagiar a mi familia.
Ese día la fiebre empieza a subir hasta los 38,5, dejándome literalmente pegado a la cama sin ganas ni fuerzas de levantarme para nada. Así paso los diez días siguientes: fiebre, sin fuerzas, con malestar general. Comes y bebes por rutina, no porque apetezca, pero realmente todo te sabe raro, parecido al amoníaco.
Recuerdas que físicamente estabas preparado para afrontar una gran prueba y ahora estás que no hay fuerzas ni para ir al baño. De la cama al baño, y viceversa. Para mí estaba claro que ya no era una simple gripe, era el Covid-19.
Al día siguiente mi hermano empieza también con unas décimas, aunque conforme pasan los días la fiebre sigue subiendo como me había pasado a mí. En su cuarto día, al intentar levantarse de la cama, nota que se ahoga y no le queda más remedio que ir al Hospital Mancha Centro, donde es tratado de maravilla por los profesionales que lo atienden.
Ante la falta de respiradores, le tienen que poner una mascarilla de "snorkel" para que pueda seguir respirando. Yo por entonces tenía 39 o 39,5 de fiebre pero nunca noto la ausencia de aire en mis pulmones. Cuando para mí empieza a remitir la fiebre, mi hermano sigue en la UCI ya con respirador.
Al tercer día sin síntomas aparentes mis paseos alrededor de la cama empiezan a ser más frecuentes. Todo un logro, aunque no paro de pensar que yo estaba preparado para haber hecho 50 kilómetros 15 días antes y que el virus me ha dejado completamente destrozado físicamente.
Mi hermano sigue debatiéndose entre la vida y la muerte, con los médicos haciendo lo imposible para que siga en este mundo. El fatídico 15 de abril fallece por culpa del Covid-19. No lo podemos creer. Pensaba en la última prueba de esfuerzo que nos hicimos, cuando a él le dijeron, "vaya capacidad pulmonar que gastas".
Sobre el 20 de abril noto que tengo picor en la espalda, y para mi sorpresa la tengo llena de pequeños granitos y también se me llenan la boca y la lengua de llagas, y desde entonces, siento como ligeros mareos. Está claro que, después de todo esto, no estaré tranquilo hasta que no me hagan un chequeo médico completo. Esta pandemia no ha sido ni será una simple gripe.
Destrozado por el dolor de la gran pérdida de mi hermano, cada vez que oigo las noticias noto que dicen la cantidad de muertos como si no fueran personas las que dejan este mundo, sin pensar que cada persona fallecida deja una familia rota y unos sueños truncados. Solo espero que alguna vez nos enteremos realmente de toda la verdad sobre el Covid-19.