EL METRO DE GRAN VIA RECUPERA SU PATRIMONIO gracias al trabajo de restauración del villarrense Fco Gabriel Bejarano.
Este verano se ha reabierto después de casi dos años, la estación de Metro de la Gran Vía y con ello el templete de Antonio Palacios escondido tras un muro y en lamentable estado de conservación. Un mural cerámico de 2,12 m de altura 6.48 m de ancho, con más de 50 años de vida y un valor artístico enorme que de nuevo podrá ser disfrutado por el público que circule por esta estación de metro madrileña.
Dicho mural cerámico, obra del ceramista Miguel Duran-Loriga, se realizó con la llegada de la línea 5 a Gran Vía entre finales de los 60 y principios de los 70. Los azulejos representan el templete de Antonio Palacios, con el edificio de Telefónica al fondo, jugando con las tonalidades para conseguir una sensación de profundidad. Nacido en 1928, hijo del arquitecto Miguel Duran, se formó en la misma rama que su padre, pero destacó como urbanista, diseñador y ceramista. Obtuvo el título de Oficial Artesano en el Arte de la Cerámica en 1955 y fundó en 1952 la empresa de cerámica Alfaraz que se estableció primero en Alcalá de Henares y después en Madrid.
La coordinación de la restauración y puesta a punto de este panel cerámico, situado en la estación de Metro de Gran Vía, ha corrido a cargo del villarrense, restaurador y conservador de patrimonio Lcdo. D. Francisco Gabriel Bejarano Navajas.
Este verano se ha reabierto después de casi dos años, la estación de Metro de la Gran Vía y con ello el templete de Antonio Palacios escondido tras un muro y en lamentable estado de conservación. Un mural cerámico de 2,12 m de altura 6.48 m de ancho, con más de 50 años de vida y un valor artístico enorme que de nuevo podrá ser disfrutado por el público que circule por esta estación de metro madrileña.
(Fotos del lamentable estado en el que se encontraban)