21/06/07
ELI GARCÍA VILLALÓN
http://www.huelvainformacion.es
¿Se imaginan estar tumbados en el sofá y poder regular, a través de una pantalla táctil incorporada en el reposabrazos, la temperatura y la iluminación de la sala, enviar mensajes a móviles, observar quién ha tocado al portero y acceder al sistema de apertura de la entrada? Pues el Consorcio Escuela de la Madera (Cemer), entidad dependiente de la Consejería de Empleo de la Junta, ha ideado la fórmula para conseguirlo. Lleva cinco años sumergido en un proceso de investigación y desarrollo y ya ha dado a luz sus primeros muebles inteligentes. Con ello, pretende dotar de mayor valor añadido y competitividad a las empresas del sector.
Un mueble bar y un sofá completamente automatizados son los primeros prototipos realizados y, ahora, el reto que se plantea el centro es el de estandarizar los sistemas de control creados para aquéllos de modo que puedan incorporarse a cualquier tipo de mobiliario. "Queremos dividir estos sistemas en tres módulos o pastillas -la fuente de alimentación (energía), la unidad de control (cerebro) y los controles de entradas y salidas- para que cada fabricante los adapte e integre en sus respectivos modelos; el fin último de todo esto es que el cliente final pueda elegir los extras que desee", explica Enrique López, director técnico y jefe de estudios del Cemer.
Lo ideal sería, según López, que las empresas del sector del mueble colaboraran más activamente en el proyecto -con recursos humanos e inversiones-, pero indica que, aunque están interesadas, "prefieren ver los resultados antes de implicarse". Por ello, señala que solicitarán el apoyo económico de las administraciones públicas -a través de programas de investigación en los que colaboren con la Universidad- para transformar sus prototipos en productos comerciales. Así, "podremos desarrollar las patentes que después se cederán a las compañías".
Un equipo de 30 profesionales (la mayoría de ellos ingenieros técnicos), en colaboración con 20 alumnos del consorcio -Cemer tiene dos centros en Córdoba, uno en Encinas Reales y, otro, en Villa del Río-, han sido los encargados de desarrollar los modelos. Ambos ofrecen funciones que facilitan la gestión del hogar y las comunicaciones, así como aumentan la seguridad y el confort.
El primero es un mueble bar capaz de regular el acceso a través de la identificación de las huellas (por si se guardan cosas de valor, medicinas, armas), cambiar de color en según la temperatura ambiente (si está nublado, se tornan de colores más alegres), bloquear los cajones por temas de seguridad (para que no accedan los niños) o controlar el estocaje de productos que hay en su interior (bebidas, por ejemplo) gracias a lectores de códigos de barras.
El segundo prototipo consiste en un sofá que incorpora una pequeña pantalla desde la que realizar multitud de operaciones. Controlar la iluminación y la temperatura del hogar (y del propio sillón), abrir y cerrar las puertas, observar los accesos a la vivienda, el jardín o las habitaciones de los niños, enviar mensajes de texto o dar la alarma si hay escapes de gas o de agua son algunas de las funciones que realiza.
ELI GARCÍA VILLALÓN
http://www.huelvainformacion.es
¿Se imaginan estar tumbados en el sofá y poder regular, a través de una pantalla táctil incorporada en el reposabrazos, la temperatura y la iluminación de la sala, enviar mensajes a móviles, observar quién ha tocado al portero y acceder al sistema de apertura de la entrada? Pues el Consorcio Escuela de la Madera (Cemer), entidad dependiente de la Consejería de Empleo de la Junta, ha ideado la fórmula para conseguirlo. Lleva cinco años sumergido en un proceso de investigación y desarrollo y ya ha dado a luz sus primeros muebles inteligentes. Con ello, pretende dotar de mayor valor añadido y competitividad a las empresas del sector.
Un mueble bar y un sofá completamente automatizados son los primeros prototipos realizados y, ahora, el reto que se plantea el centro es el de estandarizar los sistemas de control creados para aquéllos de modo que puedan incorporarse a cualquier tipo de mobiliario. "Queremos dividir estos sistemas en tres módulos o pastillas -la fuente de alimentación (energía), la unidad de control (cerebro) y los controles de entradas y salidas- para que cada fabricante los adapte e integre en sus respectivos modelos; el fin último de todo esto es que el cliente final pueda elegir los extras que desee", explica Enrique López, director técnico y jefe de estudios del Cemer.
Lo ideal sería, según López, que las empresas del sector del mueble colaboraran más activamente en el proyecto -con recursos humanos e inversiones-, pero indica que, aunque están interesadas, "prefieren ver los resultados antes de implicarse". Por ello, señala que solicitarán el apoyo económico de las administraciones públicas -a través de programas de investigación en los que colaboren con la Universidad- para transformar sus prototipos en productos comerciales. Así, "podremos desarrollar las patentes que después se cederán a las compañías".
Un equipo de 30 profesionales (la mayoría de ellos ingenieros técnicos), en colaboración con 20 alumnos del consorcio -Cemer tiene dos centros en Córdoba, uno en Encinas Reales y, otro, en Villa del Río-, han sido los encargados de desarrollar los modelos. Ambos ofrecen funciones que facilitan la gestión del hogar y las comunicaciones, así como aumentan la seguridad y el confort.
El primero es un mueble bar capaz de regular el acceso a través de la identificación de las huellas (por si se guardan cosas de valor, medicinas, armas), cambiar de color en según la temperatura ambiente (si está nublado, se tornan de colores más alegres), bloquear los cajones por temas de seguridad (para que no accedan los niños) o controlar el estocaje de productos que hay en su interior (bebidas, por ejemplo) gracias a lectores de códigos de barras.
El segundo prototipo consiste en un sofá que incorpora una pequeña pantalla desde la que realizar multitud de operaciones. Controlar la iluminación y la temperatura del hogar (y del propio sillón), abrir y cerrar las puertas, observar los accesos a la vivienda, el jardín o las habitaciones de los niños, enviar mensajes de texto o dar la alarma si hay escapes de gas o de agua son algunas de las funciones que realiza.