viernes, 2 de mayo de 2008

UNA PASIÓN APTA PARA TODOS LOS PÚBLICOS

Crítica de Carlos Chevallier Marina

La pasada Semana Santa de Villa del Río ha contado con un atractivo añadido tanto en el sentir de su fe como en sus manifestaciones artísticas. A las ya tradicionales procesiones y triduos se ha sumado una creación original, en el más estricto sentido de la palabra. Obra del polifacético, Álvaro Horcas y como él, poliédrica fue presentado un espectáculo musical de la Pasión de Jesucristo desde todos los puntos de vista posibles y empleando casi simultáneamente (o sin el casi) todos los lenguajes narrativos que tan magistralmente domina: música, puesta en escena, montajes informáticos y audiovisuales, luz y sonido.

Me estoy refiriendo al espectáculo musical así titulado, “Pasión”, puesto en escena en la exigua sala del Centro Cultural de la Estación. Este minúsculo escenario hacía más admirable si cabe la escenografía y la optimización de recursos del montaje del mencionado Horcas así como la actuación del amplio y variado elenco de artistas locales unido a los más que modestos recursos técnicos empleados.

Combinando soportes audiovisuales: proyección de imágenes y sonido de marchas procesionales, sobre la voz en vivo y en directo, e incluso algún acompañamiento presencial de guitarra (Javi de Manuel), los integrantes de la Asociación Cultural “Amigos del Espectáculo”, de Villa del Río preparó este complejo musical que a quien escribe le tocó la fibra sensible tanto por lo que contemplaba y escuchaba como por lo que imaginaba poder ver y oír en las más que supuestas sesiones interminables de diseño y ensayo del espectáculo hasta alcanzar el fino acabado que pudimos gozar.

Las voces saeteras locales, ya tradicionales cada año en Villa del Río, del veterano Rafael García y de la inconmensurable Pepi Mantas, ambos flamenquísimos, como siempre, se vieron completadas por la constante revelación artística de Paqui Moreno y de Estela Calero, tanto con copla y flamenco como con la saeta, propiamente dicha.

El rock sinfónico o melódico fue increíblemente magistral en las jovencísimas voces de Manu Castello y María Castillo; jóvenes, sí aunque sobradamente preparados.

En el montaje de luz y sonido, mixtura de alarde técnico y buen gusto artístico, se superponían imágenes fijas de nuestra Semana Santa villarrense y de otros lugares de Andalucía, con secuencias de películas sobre la vida de Cristo así como frases en pantalla y proyección de fotos-denuncia de la dura realidad social de diferentes grupos humanos en diversos puntos del planeta, certeramente sincronizados con las letras de las canciones. Así era comprensible y admisible desde todos los grados de fe, desde el cristiano convencido hasta quien simplemente tiene sencillas convicciones humanistas.

En una hora escasa creo que nadie puede dar tanta oferta musical y artística, desde y para todas las generaciones y gustos. Con tan escasos medios técnicos y hasta de espacio físico, y es muy probable que también con un raquítico presupuesto –la entrada sólo costada 2€-. Resulta difícil que alguien pueda dar más desde tan poco, al tiempo que derrocha buen gusto, unido a un sentido profundo del arte y del sentir popular de todos los estratos sociales. Lo dicho, una gran obra, apta para todos los públicos.


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