Nacida en Fuente Vaqueros, durante sus primeros años debió imbuirse, con fruición y candorosa alegría, del privilegiado medio ambiente en que vivía: bosques y plantíos, árboles frutales con sus coloridos y sabrosos frutos en madurez , una amplia gama de los saludables dones de la Madre Tierra que revisten los campos de Fuente Vaqueros. El evocador río Genil con sus poéticas aguas deslizándose rumbo al Guadalquivir. Y rosas y geranios en macetas aireándose en balcones y ventanas; calles con fachadas blanqueadas, refractarias a los intensos rayos solares, y el “Paseo de la Reina” jalonado de esbeltos árboles: ¡cuántas veces de niña o un pelín crecidita la debieron pasear por allí, gozando de su encanto! Mágicos amaneceres con los trinos matutinos de las aves cantoras y lentos ocasos que invitan a la silente meditación trascendental. (...)
Y de Fuente Vaqueros a Valderrubio, localidad también situada en la zona occidental de la Vega granadina donde transcurre su época adolescente y juvenil. Aquí se familiariza por primera vez con las aulas escolares y realiza sus primeros estudios. Le gusta observar y saber, escuchar lo que los demás “dicen, cuentan, imaginan y sueñan”, y ella a a su vez es comunicativa, pero también meditativa, se forjan sus ilusiones, a medida que crece modifica “su actitud ante la Vida”, adquiere “sentido artístico”, por su sangre navegan hermosas inquietudes y anhelos… Pero como es activa por naturaleza, trabaja en las labores del campo. Más tarde la vemos ocupándose de una lavandería en calidad jefa. Viaja a Suiza y desempeña su eficiente cometido en un hotel, esta vez en calidad de Primera Gobernanta. Regresa a España y se establece en Palma de Mallorca, cuyo ambiente humano y marítimo le complace y estimula, como un bálsamo con doble eficacia: para el cuerpo y para el alma. Se enamora, se casa y cría, enseña y educa a sus hijos. ¡Pero el “Arte” que lo lleva en la sangre desde siempre, le exige “su tiempo y dedicación, su consolación, su amor”!(...)
Pepa Cortés, en sus cuadros demuestra la destreza de la pincelada larga y suelta, propia de los pintores sin miedo, cuando se colocan en el lienzo en blanco. En su pintura se advierte mucho movimiento y vida en las aguas de un Mediterráneo, y en sus interiores la ternura y el colorido de las plantas. Toma los verdes naturales con largueza y los pasea a lo largo de las hojas, dándole frescura a las plantas de macetas. Pero, ante todo, en la obra de Pepa Cortés hay vida viva, pues al contemplar sus lienzos hay un flujo de viento o brisa marina que mima los colores y nos refresca las retinas.”
(Jesús Solano, escritor y poeta)
Rogelio Garrido, dice en uno de sus poemas de ella:
(...)Pepa ha sabido captar
con su arte singular
mi dulce y tierno candor,
mi romántico fulgor,
mi serena hermosura
y mi plácida blancura.
(...)
Pepa Cortés a la que conozco por sus obras (o sea por ella misma), y con la que me reconozco cantautor de sus pinceladas, es una artista que cultiva lo que cree y en lo que cree, de ahí que traslade al lienzo su propio espíritu, la expresión lírica de la belleza más auténtica y fecunda. Ha hecho de la pintura su misión, que no es otra, que descubrir los tesoros del universo y revestirlos de colores, de formas, de fondos, de vida de la propia vida. Ahí están sus flores, sus jardines en primavera, llamándonos a gozar de los perfumes de unos pétalos delicados, de los que nadie podrá pasar y no detenerse. Ahí están sus marinas, sus caminos, sus bodegones, esparciendo sones que saben a poesía verdadera, a luz que nos acompaña, a misterio que se hace anuncio de esperanza, invitación apremiante a elevar la mirada hacia ese Cristo liberador y libertador.
(Víctor Corcova Herero, escritor y crítico pictórico)