Martes, 19-08-08
El flamenco les corre por las venas. Les llena y lo necesitan como el aire. Es la única manera que tienen para expresar lo que son y cómo sienten. Y cuando se suben a un escenario, sus gargantas dibujan quiebros que emocionan. Esa virtud les ha valido para alzarse como dos de los grandes triunfadores del Festival Internacional del Cante de las Minas, celebrado la pasada semana. Se trata de Rafael Espejo «Churumbaque Hijo» y Juan Antonio Camino, dos jóvenes cordobeses más que conocidos entre los círculos puristas. El primero ganó el segundo premio de mineras y el galardón de cante por siguiriyas; mientras que el segundo destacó en su interpretación por cartageneras y soleás.
Ambos artistas descubrieron el flamenco siendo muy jóvenes. Educaron sus oídos a golpe de tangos, bulerías, fandangos y demás palos en los recitales de las peñas flamencas de la capital. Y cuando fueron conscientes de las capacidades de sus cuerdas vocales, empezaron a ampliar sus conocimientos y a escuchar a las grandes figuras.
«Lo más importante para conseguir logros en el mundo del flamenco es estudiar mucho. Yo no he parado de hacerlo desde que comencé en esto profesionalmente, cuando tenía 20 años. Y todavía me queda mucho por aprender», apunta Churumbaque Hijo.
Este artista, miembro de una conocida saga de cantaores cordobeses, se inició con Merengue de Córdoba. Lleva ya 15 años participando en festivales internacionales y desde hace aproximadamente cinco «estoy más centrado a cantar «para adelante», y no tanto para baile», señaló.
Considera que recibir dos galardones en un festival de la categoría del de La Unión es «importantísimo. Desde que gané el año pasado, me ha cambiado la vida. Tienen mucha repercusión artística. El trabajo que he tenido se ha doblado a raíz de estos premios», dijo.
Además, para llegar a lo más alto, según Rafael Espejo, la única manera es hacerse notar en recitales de esta categoría. «Yo he estado 15 años viajando por todo el mundo y, a pesar de trabajar con compañías de gran nivel, no ha tenido tanta repercusión como destacar en Las Minas. También se puede uno colocar en la primera fila grabando algún disco que llegue a tener éxito».
Pese a definirse como un purista, Churumbaque Hijo no está en contra de las nuevas formas del flamenco. Al contrario; considera que «cualquier innovación, siempre que se respeten sus raíces, no está mal. Incluso le aporta más valía, sirve para hacerlo un poco más grande».
Un artista «completo»
Del mismo modo opina Juan Antonio Camino. Es más, asegura ser plenamente consciente de que «para grabar un disco, hay que tener en cuenta la demanda que existe. Y está claro que lo que vende, hoy día, no es el flamenco más puro. Éste siempre ha sido y será de y para una minoría».
Este joven cantaor comenzó frecuentando con su padre recitales y aficionándose cada vez más al cante. «Lo que comenzó siendo un hobby acabó por convertirse en una especie de droga. Necesitaba cantar, el calor de la gente, subirme a un escenario y sacar lo que llevaba dentro. El flamenco para mí es como respirar», dijo.
Se define como un artista «muy completo», aunque siente que donde puede dar el cien por ciento es en «los cantes más básicos, tales como la soleá, la siguiriya y la toná».
Éste es el sexto premio que obtiene en Las Minas y espera lograr algún día la Lámpara Minera, «pero en esta ocasión ha sido imposible. No tenía bien la garganta y, además, la ganadora, Rocío Márquez, arrasó».
Asegura que hacerse un hueco es difícil. «Aunque la cantera de nuevas promesas es bastante buena, hay mucha competencia y zancadillas. Cuando ven que llegar dando fuerte, te cierran muchas puertas. A nadie le gusta que lo echen de su pedestal», concluye.
POR DAVINIA DELGADO
El flamenco les corre por las venas. Les llena y lo necesitan como el aire. Es la única manera que tienen para expresar lo que son y cómo sienten. Y cuando se suben a un escenario, sus gargantas dibujan quiebros que emocionan. Esa virtud les ha valido para alzarse como dos de los grandes triunfadores del Festival Internacional del Cante de las Minas, celebrado la pasada semana. Se trata de Rafael Espejo «Churumbaque Hijo» y Juan Antonio Camino, dos jóvenes cordobeses más que conocidos entre los círculos puristas. El primero ganó el segundo premio de mineras y el galardón de cante por siguiriyas; mientras que el segundo destacó en su interpretación por cartageneras y soleás.
Ambos artistas descubrieron el flamenco siendo muy jóvenes. Educaron sus oídos a golpe de tangos, bulerías, fandangos y demás palos en los recitales de las peñas flamencas de la capital. Y cuando fueron conscientes de las capacidades de sus cuerdas vocales, empezaron a ampliar sus conocimientos y a escuchar a las grandes figuras.
«Lo más importante para conseguir logros en el mundo del flamenco es estudiar mucho. Yo no he parado de hacerlo desde que comencé en esto profesionalmente, cuando tenía 20 años. Y todavía me queda mucho por aprender», apunta Churumbaque Hijo.
Este artista, miembro de una conocida saga de cantaores cordobeses, se inició con Merengue de Córdoba. Lleva ya 15 años participando en festivales internacionales y desde hace aproximadamente cinco «estoy más centrado a cantar «para adelante», y no tanto para baile», señaló.
Considera que recibir dos galardones en un festival de la categoría del de La Unión es «importantísimo. Desde que gané el año pasado, me ha cambiado la vida. Tienen mucha repercusión artística. El trabajo que he tenido se ha doblado a raíz de estos premios», dijo.
Además, para llegar a lo más alto, según Rafael Espejo, la única manera es hacerse notar en recitales de esta categoría. «Yo he estado 15 años viajando por todo el mundo y, a pesar de trabajar con compañías de gran nivel, no ha tenido tanta repercusión como destacar en Las Minas. También se puede uno colocar en la primera fila grabando algún disco que llegue a tener éxito».
Pese a definirse como un purista, Churumbaque Hijo no está en contra de las nuevas formas del flamenco. Al contrario; considera que «cualquier innovación, siempre que se respeten sus raíces, no está mal. Incluso le aporta más valía, sirve para hacerlo un poco más grande».
Un artista «completo»
Del mismo modo opina Juan Antonio Camino. Es más, asegura ser plenamente consciente de que «para grabar un disco, hay que tener en cuenta la demanda que existe. Y está claro que lo que vende, hoy día, no es el flamenco más puro. Éste siempre ha sido y será de y para una minoría».
Este joven cantaor comenzó frecuentando con su padre recitales y aficionándose cada vez más al cante. «Lo que comenzó siendo un hobby acabó por convertirse en una especie de droga. Necesitaba cantar, el calor de la gente, subirme a un escenario y sacar lo que llevaba dentro. El flamenco para mí es como respirar», dijo.
Se define como un artista «muy completo», aunque siente que donde puede dar el cien por ciento es en «los cantes más básicos, tales como la soleá, la siguiriya y la toná».
Éste es el sexto premio que obtiene en Las Minas y espera lograr algún día la Lámpara Minera, «pero en esta ocasión ha sido imposible. No tenía bien la garganta y, además, la ganadora, Rocío Márquez, arrasó».
Asegura que hacerse un hueco es difícil. «Aunque la cantera de nuevas promesas es bastante buena, hay mucha competencia y zancadillas. Cuando ven que llegar dando fuerte, te cierran muchas puertas. A nadie le gusta que lo echen de su pedestal», concluye.
POR DAVINIA DELGADO