martes, 13 de enero de 2009

SEBASTIÁN MONTES CARPIO, consigue el tercer premio de la Hornacina 2008.

FUENTE: www.lahornacina.com

Galería de FotosHace pocos días, tuvo lugar en Villa del Río (Córdoba) una exposición con motivo del Cincuentenario de la Hermandad de la Humildad.

En la muestra, entre otras cosas, se exhibió el magnífico soldado romano con el que el artista cordobés Sebastián Montes Carpio inició la renovación de las figuras del misterio que acompaña al Señor de la Humildad. El grupo recrea el momento en que Pilatos ya ha dictado la sentencia y entrega a Cristo al pueblo.

La figura sujeta la cuerda que retiene al Señor con una mano, mientras con la otra lo empuja violentamente hacia el pueblo una vez que Poncio Pilatos se ha lavado las manos como símbolo de desentendimiento hacia el reo. En el expresivo rostro del soldado se advierte el desprecio y la ira que demuestra hacia Jesús. Quedan para completar el misterio la imagen de Claudia Prócula, esposa del prefecto romano, y la renovación de la talla de Poncio Pilatos.

Pulsando en la imagen, podrán ver más fotografías de una obra que se estrenó la pasada Semana Santa y se ha podido volver a contemplar en las calles de la villa el pasado 1 de Noviembre, en una procesión extraordinaria con motivo del comentado cincuentenario.

En el I Salón Cofrade de Córdoba pudimos ver las figuras que componen el misterio del Santísimo Cristo de la Agonía, estrenado la pasada Semana Santa en la capital cordobesa. Todo el conjunto, a excepción del Crucificado, ha sido realizado por el escultor e imaginero cordobés Sebastián Montes Carpio.

La intención del paso de misterio no es sólo abarcar la mirada del espectador por los cuatro lados de su paso procesional, sino también narrar de forma plástica tres historias totalmente diferentes entre sí y expresadas de forma gestual por cada uno de los tres personajes. De esta forma, estamos en el momento justo en que las burlas de Jesús, una vez en la cruz, adquieren un carácter aún más agresivo, ya que los romanos se juegan sus vestiduras e incluso le ofrecen vinagre para acrecentar más la tortura tanto física como psicológica del reo.

Así, en un primer plano lateral, encontramos una figura que popularmente los cofrades cordobeses han venido a denominar "El Loco", debido a la deformidad de sus facciones y a la pretendida fealdad con que se ha querido caracterizar. Cerca de él, justo en el otro lateral, otro soldado romano acerca la hiel al rostro de Jesús, quien lo rechaza ante la sorpresa y estupor del centurión que ocupa la parte trasera del paso, quién, con lagrimas en el rostro, acaba de percibir que al que están ajusticiando es realmente quien dijo ser el Hijo de Dios.

Entre los detalles más interesantes del paso cabe destacar la combinación de cifras que aparecen en los dados que sustenta el primer soldado romano comentado, expresión simbólica del mal al resultar siempre las tres cifras del 6 y que, irremediablemente, van a parar de forma directa al espectador, quien interactúa de forma irremediable con el paso que está viendo; al lado de este mismo soldado se destaca la presencia de un caracol que parte hacia la cruz, en recuerdo al lento y duro camino que el Señor tuvo que sufrir hasta morir en el madero.

Por otro lado, el romano que acerca la esponja a Jesús lleva en las piedras que aparecen al lado de sus pies una naranja tallada, en alusión al barrio cordobés del que toma nombre esta cofradía (El Naranjo), mientras que sobre los pies del centurión descansa un ladrillo natural en alusión al Padre Ladrillo, popular sacerdote cordobés que durante años ejerció como párroco en la feligresía y que fue uno de los antiguos fundadores de la Hermandad.

La última obra del escultor e imaginero cordobés es una Dolorosa de vestir realizada para una colección particular almeriense que ha recibido la advocación de Nuestra Señora de la Soledad y Siete Dolores, estos últimos simbolizados en la talla a través de las siete lágrimas de cristal que corren por sus enrojecidas mejillas.

Si pulsan en el icono, podrán ver más fotografías de una obra que representa a la Virgen rota por la aflicción según la idealizada estética andaluza del neobarroco, totalmente alejada de la realidad de la figura de María. Sus manos aparecen extendidas y, junto a las lágrimas, lleva pestañas postizas para subrayar el tan ansiado naturalismo.

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