Una muestra repasa la obra del pintor con motivo del centenario de su nacimiento
El Día / Córdoba | Actualizado 11.12.2010 - 05:00
La exposición Pedro Bueno en su centenario (1910-2010), compuesta por un centenar de obras entre óleos y dibujos, supone el reencuentro de Villa del Río con uno de los grandes artistas cordobeses del siglo XX. Inaugurada ayer en el Centro Cultural Casa de las Cadenas, la muestra es una antológica que reúne obras seleccionadas de los fondos de las colecciones de Cajasur, la Diputación, el Ayuntamiento de Villa del Río, la Hermandad Virgen de la Estrella, la Escuela de Arte Mateo Inurria y varias colecciones particulares.
Organizada por la Fundación Provincial de Artes Plásticas Rafael Botí, Cajasur y el Ayuntamiento de Villa del Río, la exposición viajará posteriormente a Córdoba (al Palacio de la Merced y las dos salas de exposiciones de Cajasur) y otros municipios de la provincia.
La exposición recoge una selección de las temáticas consideradas por el artista a lo largo de su fecunda trayectoria, destacando especialmente la amplia representación de retratos y autorretratos -23 composiciones-, entre los que se encuentran obras tan representativas como el Autorretrato de 1945, que sirvió para ilustrar la portada de la exposición inaugural del influyente colectivo de posguerra conocido como Escuela de Madrid en la madrileña galería Buchholz, que vino a suponer una inyección de vitalidad y frescura en el adormecido panorama de los años 40.
Otro periodo atendido en esta muestra es el relativo a la etapa formativa del pintor, integrado por seis originales trabajos mediante los cuales se pueden vislumbrar sus inicios artísticos, en los que disfrutó de la Bolsa de Estudios que le asignó la Diputación para secuenciar sus estudios en la madrileña Escuela Superior de Pintura, ubicada en aquellas fechas en los pisos superiores de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Otras representativas secuencias presentes en la exposición son las relativas a la figuración humana y las maternidades, que constituyen dos géneros ampliamente tratados a lo largo de su producción -representados con 22 y 12 trabajos, respectivamente-. El bodegón, con 16 composiciones, es otra de las temáticas más queridas del pintor, que despliega a través de ella una estimación sobria, pero constructiva y rica en cromatismo, de lo que se ha venido a considerar como "naturaleza muerta", que, sin embargo, en la producción de Bueno cobra vida exultante mediante la riqueza tonal que orquesta el artista.
Sus desnudos, integrados por ocho composiciones, vienen a completar este recorrido temático, así como sus flores -representadas por nueve composiciones- y cuatro paisajes, temática poco atendida dentro de su producción pero de la que sin embargo ofreció intensas secuencias.
La pintura de Pedro Bueno representó en sus comienzos una reacción frente a las maneras academicistas que se generalizaron en la posguerra, al incorporar a su obra ese singular expresionismo de carácter sensitivo que tan persistentemente la define.
La obra del cordobés constituye, según la Fundación Rafael Botí, "una excepcional síntesis entre los más genuinos valores de la pintura y las más consistentes esencias de la modernidad". Su concepto estético, rigurosamente cimentado a través del estudio y de la práctica pictórica, supo situarse "al margen de las modas efímeras".