INDECENTES
Me gustaría transmitirle al Gobierno pasado, al actual, y al que puede
venir lo siguiente:
TENGAN LA VERGÜENZA de hacer un plan para que la Banca devuelva al
erario público los miles de millones de euros que Vds. les han dado
para aumentar los beneficios de sus accionistas y directivos; en vez
de facilitar el crédito a las familias y a las empresas, erradicarlas
comisiones por los servicios bancarios y que dejen de cobrar a los
españoles más humildes €30.01, cada vez que su menguada cuenta se
queda sin saldo.
Cosa que ocurre cada 1º de mes cuando les cargan las facturas de
colegios, comunidades, telefonía, Etc. y aun no les han abonado la
nómina.
PONGAN COTO a los desmanes de las empresas de telefonía y de ADSL que
ofrecen los servicios más caros de Europa y de peor calidad.
ELIMINEN la duplicidad de muchas Administraciones Públicas,
suprimiendo organismos innecesarios, reasignado a los funcionarios de
carrera y acabando con los cargos, asesores de confianza y otros
puestos nombrados a dedo que, pese a ser innecesarios en su mayor
parte, son los que cobran los sueldazos en las Administraciones
Públicas y su teórica función puede ser desempeñada de forma más
cualificada por muchos funcionarios públicos titulados y que
lamentablemente están infrautilizados.
HAGAN que los políticos corruptos de sus partidos devuelvan el dinero
equivalente a los perjuicios que han causado al erario público con su
mala gestión o/y sus fechorías, y endurezcan el Código Penal con
procedimientos judiciales más rápidos y con castigos ejemplares para
ellos.
INDECENTE, es que el salario mínimo de un trabajador sea de 624 €/mes
y el de un diputado de 3.996, pudiendo llegar, con dietas y otras
prebendas, a 6.500 €/mes. Y bastantes más por diferentes motivos que
se le pueden agregar.
INDECENTE, es que un profesor, un maestro, un catedrático de
universidad o un cirujano de la sanidad pública, ganen menos que el
concejal de festejos de un ayuntamiento de tercera.
INDECENTE, es que los políticos se suban sus retribuciones en el
porcentaje que les apetezca (siempre por unanimidad, por supuesto, y
al inicio de la legislatura).
INDECENTE, es que un ciudadano tenga que cotizar 35/40 años para
percibir una jubilación y a los diputados les baste sólo con siete, y
que los miembros del gobierno, para cobrar la pensión máxima, sólo
necesiten jurar el cargo.
INDECENTE, es que los diputados sean los únicos trabajadores (¿?) de
este país que están exentos de tributar un tercio de su sueldo del
IRPF.
INDECENTE, es colocar en la administración a miles de asesores =
(léase amigotes con sueldos que ya desearían los técnicos más
cualificados)
INDECENTE, es el ingente dinero destinado a sostener a los partidos y
sindicatos pesebreros, aprobados por los mismos políticos que viven de
ellos.
INDECENTE, es que a un político no se le exija superar una mínima
prueba de capacidad para ejercer su cargo (ni cultural ni
intelectual).
INDECENTE, es el coste que representa para los ciudadanos sus comidas,
coches oficiales, chóferes, viajes (siempre en gran clase) y tarjetas
de crédito por doquier.
INDECENTE, No es que no se congelen el sueldo sus señorías, sino que
NO se lo bajen.
INDECENTE, es que sus señorías tengan seis meses de vacaciones al año.
INDECENTE, es que ministros, secretarios de estado y altos cargos de
la política, cuando cesan, son los únicos ciudadanos de este país que
pueden legalmente percibir dos salarios del ERARIO PÚBLICO.
Y que sea cuál sea el color del gobierno, toooooooodos los políticos
se benefician de este moderno "derecho de pernada" mientras no se
cambien las leyes que lo regula.
¿Y quiénes las cambiarán? ¿Ellos mismos? Já.
Juntemos firmas para que haya un proyecto de ley con "cara y ojos"
para acabar con estos privilegios, y con otros.
¡¡¡ Haz que esto llegue al Congreso a través de tus amigos !!!
ÉSTA SÍ DEBERÍA SER UNA DE ESAS CADENAS QUE NO SE DEBE ROMPER, PORQUE
SÓLO NOSOTROS PODEMOS PONERLE REMEDIO A ESTO, Y ÉSTA, SI QUE TRAERÁ
AÑOS DE MALA SUERTE SI NO PONEMOS REMEDIO, está en juego nuestro
futuro y el de nuestros hijos.
Autor: Arturo Pérez Reverte